El sueño de educar

"Educar es lo mismo que poner un motor a una barca,hay que medir, pensar, equilibrar y poner todo en marcha...Soñar que ese navío, llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hasta islas lejanas..."Gabriel Celaya

viernes, 29 de enero de 2021

De Galileo a Descartes, un cambio de mentalidad


La revolución científica de los siglos XVI y XVII, protagonizada en gran medida por Galileo, supuso una profunda transformación intelectual. Precisamente al trastocar los hábitos de pensamiento de su época y al crear en su lugar nuevos hábitos de razonamiento que alejasen a los hombres de la fe ciega en la autoridad y en la tradición, para que pensasen por sí mismos, apoyándose en la experiencia y en las demostraciones necesarias, tuvo que enfrentarse a obstáculos de todo tipo
El inicial conflicto con los filósofos escolásticos derivó hacia un conflicto con los teólogos. El primero en comprenderlo y en exponerlo fue el propio Galileo, cuando en carta a Cristiana de Lorena afirmaba que estaban equivocados y cometían un gravísimo error aquellos filósofos que buscaban el apoyo de la autoridad bíblica en apoyo de sus tesis. Y se equivocaban doblemente:
su proceder no era científico al no apoyarse en argumentaciones ni demostraciones estrictamente astronómicas y abusaban de la autoridad de las Sagradas Escrituras al pretender que, en las discusiones científicas, podía argumentarse a partir del texto bíblico. 

Lo que realmente separaba a Galileo de sus adversarios peripatéticos no eran tanto los descubrimientos particulares y concretos, sino una nueva actitud ante la naturaleza, que se manifestaba en su concepción del método y de la demostración científica. La ciencia, para Galileo, no puede hacer sino avanzar y lo verdaderamente importante es el progreso de la misma y no el mantener la doctrina de algunos filósofos, lo que exige olvidarse de ese «falso respeto» que pone a los filósofos por encima de lo que dicen y fuera del alcance de la crítica. Aferrarse a toda costa a cualquier precepto de Aristóteles como si el apartarse de alguno constituyese un sacrilegio, además de ser una actitud impropia de un investigador científico, no hace más que degradar la imagen de Aristóteles, que no pudo ser como sus discípulos le imaginan.
La batalla de fondo entre Galileo y los teólogos no se desarrollaba en tomo a la verdad o falsedad del sistema copernicano o ptolemaico, sino que versaba en torno a la fundamental cuestión de determinar quién podía legítimamente decidir acerca de la verdad, en lo referente a los asuntos de la naturaleza, si los científicos, a base de una rigurosa lectura del libro de la naturaleza, o los teólogos, a base de la interpretación de la Biblia.
Se trataba en definitiva de salvaguardar la libertad científica, defendiendo la existencia de un terreno propio y exclusivo, al margen de cualquier tipo de extrañas interferencias metafísicas o teológicas, para la libre discusión científica. El problema se planteaba por la existencia de determinados pasajes bíblicos que contradecían aparentemente las principales proposiciones del sistema copernicano.
¿A quién había que hacer caso? Y puesto que nadie ponía en duda la verdad del libro sagrado, ¿cómo debían de ser interpretados esos textos bíblicos? Si se hacía literalmente, entonces la condena del copernicanismo, en el caso de que éste se tomase como un sistema verdadero del universo, parecía inevitable; en caso contrario el conflicto se evitaba, pero parecía obligado proceder a una nueva interpretación de las Escrituras y el problema era delicado, pues por entonces los problemas de interpretación de la Biblia eran de suma importancia en el conflicto con los protestantes. 

La discusión tuvo lugar entre los años 1612-1616 y la postura de Galileo fue muy clara y, sin duda alguna, atrevida para la época. Consistió en reivindicar para la ciencia el derecho a decidir en cuestiones físico - naturales, y en considerar como privado de todo fundamento el derecho que se atribuían los teólogos a poder determinar, negativamente al menos, la verdad desde la Biblia. La ciencia era para él un saber autónomo que no podía depender de los dictados de la teología. Lo mejor para todos era no mezclar en asuntos científicos al texto bíblico.

Descartes estudió la filosofía escolástica, sobre todo los textos de Aristóteles, en el famoso colegio jesuíta de La Flechè, entre 1606 y 1614, cuando estaban en plena discusión las teorías de Galileo y sus descubrimientos astronómicos y científicos. 
Se licenció en Derecho pero sus intereses eran las ciencias y, particularmente, encontrar un método válido para todas ellas.

GALILEO un film de JOSEP LOSEY con guión de BERTOLT BRECHT

Para los cinefilos o los curiosos y los atrevidos...la vida de Galileo, el contexto histórico, la oposición eclesiástica...todo en un ratito.





Título original Galileo

Año 1974

Duración 138 min.

País  Reino Unido

 Director Joseph Losey

Guión Joseph Losey & Barbara Bray (Obra: Bertolt Brecht)

Sinopsis

Galileo Galilei, un brillante matemático y astrónomo que nació en Pisa en el siglo XVI, contribuyó de manera decisiva al desarrollo científico. Sus teorías sobre el sistema solar le granjearon el rechazo de las poderosas autoridades eclesiásticas. Basada en una obra de Bertol Brecht, "Galileo" analiza el enfrentamiento de la Iglesia contra un hombre que cuestionó abiertamente el principio de autoridad sobre el que se había basado durante siglos el conocimiento humano.

martes, 26 de enero de 2021

Comentario de texto Maquiavelo


Pero, siendo mi propósito escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente ir directamente a la verdad real de la cosa que a la representación imaginaria de la misma. Muchos se han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto jamás ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su preservación: porque un hombre que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina entre tantos que no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se quiere mantener, que aprenda a poder ser no bueno y a usar o no usar de esta capacidad en función de la necesidad
MAQUIAVELO, El príncipe. Trad. M. A. Granada, Madrid, Alianza, p. 83.

Sitúa al autor en su momento histórico: 0,25 puntos
Filósofo y político italiano que vivió en los siglos XV y XVI. Defendió la autonomía de la política con respecto a la moral y a la teología. Su obra más importante, El príncipe, escrita cuando el absolutismo se estaba imponiendo en gran parte de Europa, sentó las bases de la filosofía política moderna.
Señala el tema o el problema del texto: 0,25 puntos
Si somos realistas, hemos de reconocer que el gobernante que quiere mantenerse en el poder debe adaptar sus actuaciones a las circunstancias en que vive, no a la bondad moral.
Indica las ideas principales: 0,5 puntos
Maquiavelo expone que el objetivo de su libro es aportar ideas útiles y, por tanto, va a ocuparse de la realidad, no de situaciones imaginarias, como han hecho otros que han escrito sobre repúblicas inexistentes, fruto de su fantasía.
Los seres humanos no son como deberían ser, no actúan siempre como deberían, de ahí que si una persona intenta ser buena siempre, solo logrará su ruina.
Un príncipe que quiera mantenerse en el poder tendrá que aprender a ser bueno o malo en función de las necesidades.
Muestra las relaciones entre ellas: 0,5 puntos
El texto comienza con lo que podríamos considerar una declaración de principios del realismo político: para que la filosfía política sea útil, ha de ser realista.
A continuación, aparece una crítica a quienes han descrito utopías políticas: como, de hecho, los hombres no son como deberías, esas utopías son inalcanzables y no sirven para la práctica política real.
Maquiavelo concluye con un consejo para los príncipes que se preocupan por mantenerse en el poder: deben adaptar su comportamiento a las circunstancias, no a la moral.
Explícalas: 1 punto
En este texto se ponde de maniefiesto el realismo de la teoría política de Maquiavelo. El fragmento comienza con la crítica a quienes describen sociedades ideales e inexistentes. Sin nombrarlos, Maquiavelo se refiere a autores como Platón, en su obra la República, o Tomás Moro, autor de Utopía.
Maquiavelo subraya que la sociedad real está muy alejada de esas comunidades perfectas, pues el ser humano tiende al egoísmo y a la ingratitud. Esta visión pesimista del ser humano lo lleva a afirmar que el mal es una realidad en la naturaleza humana y que el gobernante que lo ignore está condenado a equivocarse. Por ello, quien intente comportarse bien en todo momento buscará su propia ruina.
Maquiavelo inició una nueva manera de entender la política, separada de los principios éticos a los que había estado ligado desde Platón. Según él, la política es la ciencia y la técnica de organizar del modo más racional posible la convivencia.
El gobernante, para alcanzar el bien público, que es el bien común, a veces tiene que cometer actos inmorales o contrarios a la moralidad vigente. De igual forma , si quiere mantenerse en el poder, en ocasiones habrá de actuar en contra de la moral. así pues, la contradicción entre ética y política se hace inevitable, pero el gobernante ha de saber anteponer los intereses de la comunidad a sus propios principios éticos, pues la máxima que dirija su acción ha de ser, en primer lugar, la eficacia de su actuación, no los valores morales.
Esta teoría es consecuencia de que, para Maquiavelo, el Estado es la única garantía de la seguridad y la libertad de los individuos; por eso, la defensa de lo público es la mejor manera de defender lo privado, de ahí que el bien de la comunidad sea superior al bien particular. En suma, Maquiavelo defiende un Estado fuerte y duradero, y que el gobernante ha de actuar siempre en defensa del Estado y sólo por él.
Vigencia en la actualidad: 0,5 puntos
Hoy día, el realismo político de Maquiavelo se ha impuesto, de manera que los políticos suelen actuar por motivos muy alejados de cualquier utopía. Parece que la política está guiada por las circunstancias reales más que por ideas y modelos fuera de la realidad.
aunque es necesario tener en cuanta la situación real, también es imprescindible tener como referencia un horizonte ideal utópico donde no exista ninguna forma de injusticia. Esta referencia ha de servir de base a una crítica de la sociedad actual para eliminar toda forma de opresión. por ello, es necesaria cierta dosis de utopía para que sirva de motor del cambio social.
Renunciar a toda utopía supone aceptar que la situación actual es inamovible; es decir, nos lleva a caer en el conformismo y la resignación.
Por otra parte, en la actualidad, políticos y gobernantes no siempre se comportan moralmente; es más, uno de los defectos más evidentes del sistema democrático es que la corrupción se ha convertido en algo cotidiano.
No obstante, sería un error pensar que tal situación resulta de la puesta en práctica del modelo político de Maquiavelo, pues te subraya que solo el bien común justifica la actuación inmoral y que siempre hay que anteponer lo públco a lo privado, mientras que, en nuestro mundo, el egoísmo y el afán de enriquecimiento personal son las causas de la corrupción política.
A menudo, se califica precipitadamente de maquiavélico a quien actúa inmoralmente para lograr su interés privado. Esta es una vulgarización injusta del pensamiento de Maquiavelo.