Aristóteles era un observador incansable. Y la observación nos enseña que en este mundo todo está
moviéndose y cambiando. Esto está fuera de discusión para Aristóteles. De lo que se trata, pues, es de
explicar cómo es posible el cambio. Parménides pensaba que el cambio era imposible, pues suponía pasar del
no-ser al ser (o al revés)., y esto es ilógico: del no-ser no puede surgir el ser. La solución de
Aristóteles consiste en distinguir dos sentidos de “ser”. Las cosas son, en un sentido, lo que son ahora
mismo, actualmente (a esto le llama “ser en acto”), pero en otro sentido son lo que pueden ser en el futuro,
potencialmente (a esto le llama “ser en potencia”). Por ejemplo, Sócrates es, en acto, joven, pero es, en
potencia, viejo. El cambio no es pasar del no-ser al ser, sino del "ser en potencia" al "ser en acto". Todas las
substancias de este mundo son en acto y en potencia, es decir, son lo que son (actualmente) y también lo que
pueden ser (potencialmente). El “ser en potencia” es como un término medio entre no ser y ser. El cambio no
es llegar a ser lo que no se es, sino realizar lo que se puede ser. Lo que es imposible es que Sócrates cambie
para ser un florero, pues ni es ni puede ser un florero (esto si sería un paso, imposible, del ser al no ser). El
cambio es explicado, así, por Aristóteles como paso de la potencia al acto, o como actualización del potencial
que posee una cosa o substancia. Dado que las substancias son una unidad de materia y forma, Aristóteles indica que el cambio consiste en
que las cosas adoptan una forma diferente (de entre las que, en potencia, podían adoptar) manteniendo la
misma materia. Esto asegura la identidad de la cosa antes y después del cambio. Aristóteles distingue varios
tipos de cambio: unos son “accidentales” y se caracterizan porque en ellos la forma substancial de la cosa no
cambia; por ejemplo: Sócrates pasa de estar triste a estar alegre (cambio cualitativo), o de estar gordo a estar
delgado (cambio cuantitativo), o de estar en su casa a estar en el mercado (cambio local). Otro tipo de
cambio, más importante, es el cambio “substancial”, en el que una substancia cambia su forma substancial
(aquella que la define): por ejemplo, Sócrates pasa de ser un ser vivo a estar muerto, o una semilla cambia
para ser árbol. En este caso lo único que se mantiene es la materia.
Las causas o elementos del cambio son, según Aristóteles, cuatro: la causa material, la causa formal, la causa
eficiente y la causa final. La causa material se refiere a la materia, aquello que no cambia (pero que
justamente por eso permite todo cambio). La causa formal se refiere a la forma, aquello que está en potencia
y pasa a estar en acto tras el cambio. La causa eficiente se refiere el detonante o autor del cambio. Y la causa
final se refiere al propósito o finalidad del cambio. En el típico ejemplo del bloque de mármol que cambia
para ser estatua la causa material es el mármol, la causa formal es la forma de la estatua que estaba en
potencia en el mármol, la causa eficiente es el artista, y la causa final es la finalidad de la obra, decorar un palacio.
Fuente: http://historiadelafilosofiaparacavernicolas.blogspot.com
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